lunes, septiembre 19, 2005

Para que comprendáis una importante moraleja de la vida...

La primavera había dado sus frutos y allí estaba ella, la hoja más bonita y radiante que se aferraba con tierna pasión a la rama del nogal. Pero estaba triste... pues veía cómo los pájaros volaban en libertad. "Me gustaría tanto poder volar como ellos"decía la pobre hojita con voz melancólica. Pasaban los días, y la hoja se hacía más y más vieja. Pero sus ganas de volar surgían en cada vuelo de golondrina, en cada brisa de viento que mecía su cuerpo aferrado tristemente al árbol que le daba vida. Vida... tenía la esperanza de poder volar antes de que ésta se esfumara de su cuerpo y éste se volviera polvo. La primavera dejó paso a un caluroso verano, y finalmente llegó el otoño. La piel de la hoja envejeció, retorciéndose y secándose en múltiples arrugas. Y entonces, en una atardecer de colores infinitos, cuando el sol expiraba ya su último rayo y el otoño moría dejando paso al invierno, la hoja voló. Sus ya débiles manos se soltaron del tronco que le daba vida, y entendió que aquel sería su primer y último vuelo. Su primera y última sonrisa al sol, su primera y última lágrima de felicidad... Sintió cómo el viento mecía su delicado cuerpo, llevándola en un remolino que poco a poco descendía. Entonces comprendió que se había pasado la vida aferrada a un deseo sin disfrutar realmente de lo mucho que ya poseía... Y deseó con todas sus fuerzas volver al árbol...volver a vivir. Pero su cuerpo aterrizó suavemente sobre un manto de colores formado por sus hermanas, y la muerte venció a la delicada hoja. Una última lágrima brotó de su alma, y se convirtió en polvo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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